Un capítulo ambiental sin dientes
A pesar de que en el nuevo Plan de Desarrollo el tema ambiental es materia de un capítulo especializado
Por: Manuel Rodríguez Becerra
/ 10 de julio de 2007
A pesar de que en el nuevo Plan de Desarrollo el tema ambiental es materia de un capítulo especializado, la gestión ambiental carga aún con las sombras legadas por el primer mandato del presidente Álvaro Uribe.
Se abona al Ministerio del Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial (MAVDT) y al DNP que hayan dedicado un capítulo del Plan al tema ambiental.
Fue una positiva respuesta al concepto del Consejo Nacional de Planeación, que en su momento observó que se le estaba dando un tratamiento secundario.
Pero el MAVDT y el conjunto de las entidades del Sistema Nacional Ambiental no cuentan con la capacidad requerida para realizar las importantes y necesarias acciones de protección ambiental anunciadas en el Plan. Y no la tienen porque las instituciones y las políticas ambientales del país fueron debilitadas durante el pasado período del presidente Uribe, un asunto que el nuevo Plan no resuelve.
El Viceministerio del Ambiente es hoy un débil subsector del Ministerio del Ambiente, en contraste con el período anterior al 2002, cuando la gestión ambiental estaba en manos del desaparecido Ministerio del Medio Ambiente. La prueba reina sobre esta situación nos la ofrece el hecho de que, a partir del 2003, cuando se crea el MAVDT, la participación de la inversión ambiental ha descendido en relación con el presupuesto total asignado en el presupuesto general de la nación a los tres subsectores bajo su responsabilidad. En efecto, los recursos de inversión para el medio ambiente disminuyen de un 22 por ciento en el año 2002 a un 12 en relación con el presupuesto asignado al MAVDT para el 2010. Esto contrasta con el subsector de agua potable y saneamiento básico, cuyos recursos ascienden del 28 al 34 por ciento , entre el 2002 y el 2010, y con el sector vivienda, cuyos recursos se incrementan del 50 al 54 por ciento entre estos años.
Más grave aún, en el período 2002-2006, los recursos para la inversión ambiental del presupuesto general de la nación alcanzaron el mínimo absoluto de asignación desde 1993, cuando se creó el Ministerio. Necesario anotar que, durante la administración del presidente Andrés Pastrana, el presupuesto disminuyó, lo cual fue justificado por ese gobierno como parte de las medidas tomadas para enfrentar la grave situación económica por la que entonces atravesó el país. En contraste, el deterioro del presupuesto para el medio ambiente durante el primer mandato del presidente Uribe se produjo no obstante el aumento del gasto público global registrado en el período. Si bien en el nuevo Plan de Desarrollo se prevé un aumento de los recursos de inversión para el período 2006-2010, este llegará a equivaler a menos de la mitad de los asignados (en valor constante) para el período 1995-1998, de conformidad con el estudio realizado por el economista Guillermo Rudas para el Foro Nacional Ambiental. Es decir, después de doce años, cuando el crecimiento económico del país está generando una mayor presión sobre su medio natural, son menores los recursos del presupuesto general de la nación para protegerlo.
No basta entonces ni con un capítulo ambiental autónomo en el Plan de Desarrollo, ni con algunas medidas positivas, que registra el Ministerio bajo la administración de Juan Lozano, que ya llegó a su primer año, como la vinculación de algunos expertos de respetada trayectoria al Viceministerio del Ambiente, la excelente campaña para la disposición final de pilas y desechos electrónicos o la concreción de la generosa donación del Gobierno de Holanda al sector ambiental. Se requiere muchísimo más para deshacer los entuertos dejados durante el período 2002-2006 y ubicar lo ambiental entre las prioridades nacionales y a tono con el nuevo clamor global en pro de la salud del planeta. Uno de los principales legados que podría dejar el segundo gobierno del presidente Uribe sería disolver la desastrosa fusión de ambiente y vivienda, efectuada durante su primer gobierno. Lo sabio es corregir y no persistir en el error para simplemente salvar la cara.