Natura
La Fundación Natura, que cumplió recientemente sus 30 años de existencia, es una de las organizaciones no gubernamentales que más han contribuido a la protección ambiental de Colombia.
Por: Manuel Rodríguez Becerra
/ 06 de julio 2014
La Fundación Natura, que cumplió recientemente sus 30 años de existencia, es una de las organizaciones no gubernamentales que más han contribuido a la protección ambiental de Colombia.
Hago esta afirmación con la independencia que me otorga el hecho de no haber estado vinculado a la construcción de tan admirable institución, y de haber sido testigo de sus realizaciones desde 1990, cuando, siendo gerente del Instituto de los Recursos Naturales Renovables y del Medio Ambiente, Inderena (que precedió a Minambiente), tuve oportunidad de conocer sus programas. Natura estaba, entonces, realizando en el Parque Nacional de Utría (que había contribuido a crear) un proyecto para el manejo de su fauna conjuntamente con las comunidades indígenas. Y este había generado graves tensiones con algunos funcionarios del Inderena, que no veían con buenos ojos que una ONG se “entrometiera” en un parque nacional.
Me tocó entonces hacer de “buen componedor” de este conflicto a partir de la comprensión de que Natura estaba, en la práctica, buscando demostrar que la conservación de la biodiversidad, como bien público, es una tarea que exige la acción conjunta del Estado, la sociedad civil y el sector privado. Es un asunto que se definió con nitidez en la Constitución de 1991 y en la ley de creación de Minambiente y el Sistema Nacional Ambiental, de 1993. Así, Natura y otras ONG ambientales demostraron que tenían la razón, pero, no obstante, el Gobierno solo ha cumplido muy parcialmente con los mandatos de ley en materia de participación de la sociedad civil en la protección ambiental.
No hay prácticamente ningún tema ambiental o ninguna región del país en la cual Natura no haya trabajado, como se constata en su libro conmemorativo, Fundación Natura, treinta años cuidando natura. Entre los múltiples proyectos de conservación realizados a lo largo de su historia se mencionan: el apoyo a la creación de asociaciones de usuarios para la protección de cuencas hidrográficas; la creación de reservas privadas de la sociedad civil; la participación en la creación o consolidación de diversos parques nacionales y regionales, así como de diversos resguardos indígenas y propiedades colectivas de las comunidades negras, y el desarrollo de campañas para la protección de especies en extinción y para la educación ambiental de diversos grupos de la población. Y a estas actividades para la conservación, que constituyeron originalmente la razón misma de la creación de Natura, se han venido sumando, en los últimos veinte años, múltiples programas en el campo de sistemas de producción sostenible con las comunidades y la industria, y de adaptación al cambio climático.
Pero esta fundación es mucho más que una impresionante lista de proyectos ejecutados. Ha sido esencialmente una organización pionera e innovadora: muchas políticas y programas de protección ambiental y desarrollo sostenible realizados hoy por entidades gubernamentales y no gubernamentales tuvieron su origen en Natura, sin que ello, con frecuencia, se recuerde, lo que habla muy bien de su papel cumplido.
Natura ha sido el producto de un proyecto colectivo, cuya gran fortaleza y realizaciones radican hoy fundamentalmente en el trabajo y creatividad de su ejemplar equipo de trabajo. Pero no por ello debe dejar de reconocerse la huella de dos de sus fundadores, los empresarios Hernán Echavarría y Luis Fernando Lloreda, y de su primer director, Ernesto Barriga, así como el valioso y definitivo liderazgo de Elsa Matilde Escobar, directora de Natura desde 1997.