Manuel Rodriguez Becerra

Manuel Rogriguez Becerra

Lord Stern y la ola invernal

Pasó la ola invernal, pero superar sus efectos tomará muchos años.

Por: Manuel Rodríguez Becerra

/ 19 de junio 2011

Pasó la ola invernal, pero superar sus efectos tomará muchos años, y es muy probable que antes de acabar de implementar las políticas para mitigarlos nos estemos enfrentando a otra tragedia causada por la creciente variabilidad climática.

El Gobierno y la opinión pública parecen haber ido entendiendo que los graves impactos de la ola invernal se magnificaron a consecuencia de los daños infligidos a ecosistemas críticos para la regulación del agua (páramos, bosques, humedales), de los problemas de inequidad y de pobreza, y de contar con una infraestructura que hoy es, en muchos casos, inadecuada para resistir los embates del Niño-la Niña y de los cada vez más extremos fenómenos atmosféricos generados por el calentamiento global, como las lluvias más torrenciales, los inviernos más drásticos y las sequías más prolongadas.

Se afirma que se tomarán medidas de mediano y largo plazo para que el país resista en mejor forma la variabilidad climática. Pero, como lo ha subrayado un reciente estudio del Grantham Research Institute on Climate Change and the Environment, centro dirigido por Nicholas Stern, el gran gurú de la economía del cambio climático, es muy fácil caer en el síndrome de la maladaptación, “en el cual se toman decisiones que a la postre resultan inadecuadas. Maladaptación puede significar adelantar costosas inversiones que generen innecesarios, y con frecuencia irreversibles, daños a la población y a los ecosistemas como, por ejemplo, reconstruir prematuramente infraestructura que durante su ciclo de vida no sea apta para enfrentar la variabilidad del clima. Este es un caso de subadaptación.

“Otra forma de maladaptación es la sobreadaptación, en que las medidas pueden resultar innecesarias (por ejemplo, construir una defensa de cuatro metros de altura para enfrentar una subida del nivel del mar, que finalmente no ocurre); o la adaptación incorrecta, en que las medidas pueden resultar no adaptativas o contraadaptativas”.

Se podría también incurrir en el error de acometer monumentales e innecesarias obras de ingeniería, cuando lo indicado sea tomar medidas ecológicas, como la restauración de humedales y de bosques. Pero ¿qué hacer para evitar esta situación en países que, como Colombia, están plagados de contratistas privados y funcionarios públicos corruptos, más interesados en mordidas y menos en soluciones correctas?

El mencionado estudio, titulado ‘¿Cómo pueden los tomadores de decisiones incorporar los riesgos e incertidumbres del cambio climático en la política pública?’, se refiere también a las profundas relaciones entre las políticas de adaptación y la erradicación de la pobreza. Es un tema que Stern analiza extensamente en su excelente libro Blueprint for a Safer Planet: How We Can Save the World and Create Prosperity (2009), argumentando con contundencia cómo los desafíos más apremiantes del siglo XXI son la pobreza y el cambio climático y cómo si fracasamos en uno fracasaremos en el otro.

Es muy afortunado que, en esta época de tragedia invernal, lord Stern visite a Colombia, por invitación de Andesco como conferencista central de su congreso anual, que se celebrará en Medellín en la próxima semana. Y es que este economista se convirtió en uno de los expertos más escuchados del mundo en materia de políticas para la mitigación y la adaptación al cambio climático desde que publicó el Informe Stern (2006), encomendado por el gobierno británico, en el cual, al cuantificar los impactos derivados de la alteración del clima del planeta, se concluye que “los costes de la inacción contra el cambio climático son muy superiores a los de combatirlo”. La presencia de Stern es una buena oportunidad para que Colombia comience a abandonar su parroquialismo en materia de política económica sobre el cambio climático, que tantos avances registra en otras latitudes.