Lavado verde y cambio climático
Empresas usan en ‘greenwashing’ para eludir sus compromisos de reducción de las emisiones de gases.
Por: Manuel Rodríguez Becerra
/ 26 de febrero 2022
ExxonMobil, Chevron, BP y Shell han ejercido, durante las últimas décadas, el ‘greenwashing’ para eludir sus compromisos de reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero. En la práctica, este lavado verde significa que están contribuyendo a impedir que se cumpla con el Acuerdo de París y dando un lamentable ejemplo al mundo corporativo.
Así lo demuestra una reciente investigación adelantada por Mei Li, Gregory Trencher y Jusen Asuka, profesores de las universidades japonesas de Kioto y Tohoku (‘Plos One’, 2022). En su estudio compararon para el período 2009-2020: 1) los informes corporativos (el discurso) de estos 11 años en los que cada vez más han clamado por su compromiso con la meta de descarbonizar totalmente sus actividades hacia mediados de siglo; 2) las estrategias industriales y comerciales que han señalado para lograrla (promesas y acciones); y 3) la producción, gastos e ingresos en materia de combustibles fósiles junto con las inversiones en energías limpias. Evidencian que “las promesas desbordan las acciones concretas y que el análisis financiero revela una continua dependencia del modelo de negocio de los combustibles fósiles en comparación con un gasto insignificante y opaco en energías limpias”. Y concluyen que “la transición a modelos de negocios de energía limpia no se está dando, ya que la magnitud de las inversiones y las acciones no concuerdan con el discurso, por lo cual las acusaciones de ‘greenwashing’ parecen estar bien fundadas”.
En otras palabras, estas cuatro empresas insignia del mundo corporativo son grandes enemigas del planeta, tomando la denominación que dio Paul Krugman a la Exxon en 2006 por su lamentable papel en la fabricación de la negación del cambio climático. Y es que hay que recordar que la Exxon conjuntamente con otras empresas petroleras financiaron a diversos centros de investigación y ONG para que desacreditaran las evidencias sobre el calentamiento global de origen humano. De allí procede el negacionismo que tanto se ha arraigado en Estados Unidos (recuérdense Trump y el Partido Republicano), y que ha tenido ecos en otras latitudes. En total, ExxonMobil ha gastado más de 37 millones de dólares en organizaciones que niegan la ciencia climática desde 1998 hasta 2019, habiendo en este último año donado cerca de US$ 700.000, es decir, ya estando en marcha el Acuerdo de París sobre el que manifestó su compromiso. De nuevo la doble moral.
Además, empresas como Repsol S. A., Shell, BP y Lundin Petroleum se han fijado objetivos de cero emisiones netas que deben alcanzar de aquí a 2030. Pero sus estrategias revelan que, como anotado, continuarán con un uso significativo y continuo de petróleo y de gas con altos niveles de emisiones que serían compensadas mediante captura, uso y almacenamiento de emisiones futuras de carbono, así como con la reforestación. Las tecnologías de captura de carbón y uso (CCU) extraen el dióxido de carbono de la atmósfera, ya sea capturándolo directamente del aire o absorbiéndolo en fuentes contaminantes, y lo utilizan en procesos como la fabricación de combustible, plásticos y hormigón. Para el efecto usan energía para convertir el CO2 en combustibles o usan el propio CO2 con miras a impulsar otros procesos industriales como la extracción de petróleo o el cultivo de plantas.
Kiane de Kleijne, de la Universidad Radboud, encontró que “32 de las 40 tecnologías CCU disponibles emiten más carbono del que capturan y otras no están lista para utilizarlas a gran escala. En síntesis, la mayor parte de estas tecnologías aún están en desarrollo, por lo cual no serán útiles para alcanzar los objetivos de emisiones del Acuerdo de París para 2030” (‘New Scientists’, 18 de febrero, 2022).
Además, crecientemente se cuestiona la reforestación como forma de compensación en virtud de diversas consideraciones, siendo una de ellas los crecientes incendios forestales producidos por las sequías asociadas al cambio climático. Como vamos, vamos mal.