Manuel Rodriguez Becerra

Portafolio Manuel Rodríguez Becerra

Estado de los bosques y desarrollo

Por: Manuel Rodríguez Becerra. Portafolio | 30 de mayo 2005

Se logrará, o no, hacer un avance sustantivo en los acuerdos globales dirigidos a combatir la deforestación y degradación de los bosques naturales del mundo?.

El Foro de Bosques de la ONU, el máximo organismo de política global sobre la materia, que finaliza esta semana un difícil proceso de negociaciones, tiene la palabra. En el Foro, al cual pertenecen la totalidad de países del globo, se tomarán decisiones críticas para el futuro de los bosques, ya sea por acción u omisión. En efecto, el Foro está en la posibilidad, y tiene el gran reto, de llegar a acuerdos que cuenten con los dientes suficientes para detener la destrucción de los bosques, una de las mayores amenazas ambientales existente sobre el planeta. Pero así mismo, podría llegar a acuerdos con muy poca sustancia y, por consiguiente, a aceptar implícitamente que continuemos en el actual escenario de deforestación indiscriminada y deterioro de los bosques naturales del mundo (que se concentran en unos pocos países), y por la no existencia de medidas efectivas para restaurar bosques en aquellos países con baja cobertura forestal, que hoy son la mayoría (80 países se clasifican en esta última categoría).

El Foro se reúne en una coyuntura en la cual el tema ambiental ha perdido prioridad en la agenda internacional. Sin embargo, son muchos los gobiernos de los países desarrollados y en desarrollo que consideran que, en el caso de los bosques, el tiempo se está agotando, lo que eventualmente favorecería las próximas negociaciones. Dos hechos inter-relacionados evidencian esta situación: la desaparición irreparable de ecosistemas de bosque natural que son soporte básico de la vida en la tierra, y la creciente comprensión de cómo el pobre estado de los boques de muchos países se está convirtiendo en una limitación para su desarrollo. En efecto, hace un poco más de treinta años, en el marco de la Conferencia de Estocolmo, la primera gran cumbre global ambiental, la totalidad de los países tropicales del tercer mundo reclamaron su derecho a aprovechar sus bosques como un medio para alcanzar su crecimiento económico. Pero la situación de una gran parte de esos países ha cambiado en forma dramática: les queda muy poco bosque natural y su explotación no sirvió en la mayor parte de los casos como palanca para salir del subdesarrollo. Por el contrario, la pobre situación de sus bosques y de los suelos generada por la deforestación está creando sustantivas limitaciones para su desarrollo económico y social, como se evidencia en numerosos hechos, entre otros: el agotamiento de las fuentes de agua, la desregulación de los ciclos hídricos como se expresa en los largos períodos de sequía y de inundaciones, el incremento de la erosión, la desaparición o declive de fuentes de subsistencia de las poblaciones rurales representadas en los diversos servicios productos de los boques, incluyendo la madera, y la extinción de especies con potenciales para desarrollar nuevos productos para satisfacer las necesidades humanas básicas (salud, alimentación). Incluso países ricos en cobertura forestal como Colombia, no son ajenos a esta situación. Como resultado de la deforestación, hoy nuestro país es pobre en bosques allí donde habita la mayor parte de nuestra población y se desarrolla gran parte de su actividad económica: la región caribe, la región andina y los valles intereandinos.

Las anteriores consideraciones evidencian la imperiosa necesidad de iniciar en la casi totalidad de los países del planeta, incluyendo a Colombia, un programa masivo de restauración de los ecosistemas boscosos en degradación, así como de reforestación de muchas áreas estratégicas desde el punto de vista de los servicios ambientales y sociales que prestan. Precisamente, el Foro de Bosques de las Naciones Unidas enfrenta como uno de sus retos fundamentales generar los compromisos entre los países en desarrollo y desarrollados conducentes a generar condiciones para que ello sea así. Pero el Foro tiene también el gran reto de llegar a acuerdos sobre las formas que permitirían conservar y hacer un uso sostenible de las últimas fronteras de bosques naturales del mundo. Se entiende por tales las grandes extensiones continuas de bosque natural de baja perturbación en las cuales la evolución de la vida se continúa dando en forma similar a como ha ocurrido durante millones de años. El 90% de esos bosques se concentran en unos pocos países: Rusia y Canadá (51 por ciento); Brasil, Bolivia, Colombia, Perú, y Venezuela (29 por ciento) representados fundamentalmente en la cuenca amazónica; e Indonesia (4 por ciento), Papua Nueva Guinea (1por ciento), Estados Unidos (2 por ciento), Chile (1por ciento), y Zaire (2 por ciento). Todos estos bosques se encuentran en alguna medida amenazados, siendo los tropicales los que más. Existen multitud de razones ambientales, económicas, y culturales para su protección, pero las principales son fundamentalmente de naturaleza ética: tienen que ver con la supervivencia misma de la vida en la Tierra. Esperemos entonces que el próximo Foro de Bosques esté iluminado por la lucidez de las dirigencias de los países y no por la corta visión que parece hoy dominar las políticas ambientales globales y nacionales.