Manuel Rodriguez Becerra

Manuel Rogriguez Becerra

En la 'isla de los dioses'

¿Cómo conformar un régimen mundial en la lucha contra el calentamiento global? En Bali se definen las respuestas.

Por: Manuel Rodríguez Becerra

/ 11 de noviembre 2007

¿Cómo conformar un régimen mundial en la lucha contra el calentamiento global? En Bali se definen las respuestas.

Bali, una isla verde y montañosa que aún conserva sus milenarias tradiciones culturales, será el escenario, en la primera quincena de diciembre, de la iniciación de las negociaciones para establecer un nuevo acuerdo global sobre cambio climático, el cual entraría a operar en el año 2012, fecha en que finaliza la vigencia del Protocolo de Kioto.

Es un hecho de gran trascendencia, puesto que el informe del Grupo de Expertos en Cambio Climático ha recomendado que se tomen todas las medidas necesarias para reducir la emisión de gases de efecto invernadero en un 50 por ciento antes del año 2050. Se trataría, así, de evitar que el incremento de la temperatura promedio de nuestro planeta exceda los 2 grados centígrados en relación con la era preindustrial, límite más allá del cual los costos sociales, ambientales y económicos podrían llegar a ser inaceptablemente altos.

¿Es posible alcanzar esta meta? De acuerdo con los resultados de una exhaustiva investigación de Stephen Pacala y Robert Socolow, científicos de la Universidad de Princeton, ya existen en el mercado 14 paquetes tecnológicos que permitirían reducir la emisión de gases de efecto invernadero al nivel y en el plazo mencionados. A su vez, el Informe de Lord Stern, elaborado para el gobierno británico, concluye que se requeriría invertir anualmente el equivalente al 1 por ciento de PIB global para combatir efectivamente el cambio climático. En contraste, estima que “si no actuamos, los costos totales y riesgos del cambio climático serán equivalentes a perder 5 por ciento del PIB global, para siempre”.

Si bien las condiciones tecnológicas y económicas requeridas para combatir el calentamiento global parecen dadas, su viabilidad política está lejos de concretarse. Porque a pesar de que en la Declaración de Río sobre Medio Ambiente y Desarrollo, acordada en 1992, se establece que “En vista de que los Estados han contribuido en distinta medida a la degradación del medio ambiente mundial, estos tienen responsabilidades comunes pero diferenciadas”, no hay aún acuerdo sobre la interpretación y puesta en práctica de este principio.

En efecto, son muchos los interrogantes por resolver. Dos son críticos para los países en desarrollo: ¿cómo conformar un régimen global que no restrinja las posibilidades de desarrollo a los países pobres y que, al tiempo, cree las condiciones para que estos puedan cooperar efectivamente en la lucha contra el calentamiento global? ¿En qué medida los países desarrollados, responsables del 77 por ciento del fenómeno, deben prestar asistencia técnica y económica a los países en desarrollo para que, además de cooperar en su solución, puedan adaptarse a los impactos ambientales como consecuencia de los gases de efecto invernadero ya depositados en la atmósfera?

De la respuesta que se dé a estas preguntas dependerá, en gran parte, la robustez de los acuerdos que se alcancen. Precisamente, en Bali, la “isla de los dioses”, se definirá el camino por seguir en los dos próximos años de negociaciones y se establecerán los elementos constitutivos del futuro régimen de cambio climático, que incluyen, entre otros, medidas de adaptación, mitigación, cooperación tecnológica y financiación.

El gobierno del presidente Álvaro Uribe ha anunciado que estará representado por una delegación de alto nivel técnico y político en el conjunto de negociaciones que conducirá al nuevo acuerdo. De hacerse realidad, constituiría un positivo cambio de rumbo de la política exterior en materia ambiental que, en los últimos años, ha decaído sustantivamente. Se reconocería así que la participación activa de Colombia es un asunto prioritario, puesto que son muchos los valores ambientales y sociales que estamos en posibilidad de defender, así seamos un país de peso ligero en las negociaciones globales sobre cambio climático.