Manuel Rodriguez Becerra

Manuel Rogriguez Becerra

El Plan Verde

Se anuncia la reforestación de 160.000 hectáreas de bosques protectores de las cuencas hidrográficas en los próximos tres años.

Por: Manuel Rodríguez Becerra

/ 03 de septiembre 1999

Se anuncia la reforestación de 160.000 hectáreas de bosques protectores de las cuencas hidrográficas en los próximos tres años. Es una buena noticia, en medio de la ola de pesimismo que nos invade por estos días. De alcanzarse esta meta, sin precedentes en la historia de la gestión ambiental en Colombia, el Ministerio del Medio Ambiente y las corporaciones autónomas regionales dejarían sin argumento alguno a quienes aún tienen dudas e interrogantes sobre su justificación y eficacia.

A pesar de que Colombia es uno de los países más ricos en recursos hídricos del planeta, el agua se hace crecientemente escasa en nuestras regiones más pobladas, una situación causada, en buena medida, por la deforestación. De allí la urgente necesidad de restablecer los bosques protectores en aquellas cuencas hidrográficas que han sido deforestadas y son estratégicas para el suministro de agua para el consumo humano, la agricultura, la actividad industrial y la generación eléctrica. Se pretende reforestar en forma tradicional (siembra) con especies nativas allí en donde la deforestación haya sido muy severa, y acudir a las técnicas de restauración (la revegetalización natural con alguna ayuda) cuando ello sea posible.

Al reforestar se apunta simultáneamente a otros objetivos relacionados con los múltiples servicios ecológicos y sociales que prestan los ecosistemas boscosos: la conservación de las especies animales y vegetales, la mitigación del cambio climático (captura del CO2, mayor causante del calentamiento global), el control de la erosión y la disminución de las situaciones extremas de sequía o de exceso de agua, con la generación de crecientes e inundaciones, que tan altos costos humanos y para la producción traen cada año.

Esos bosques se constituirán, además, en fuente de leña y madera para usos domésticos, y de otros productos no maderables. Y serán escenario para la recreación, como es el caso, por ejemplo, de la zona ubicada en los cerros tutelares el Valle de Aburrá, en donde Corantioquia se dispone a reforestar 8.000 hectáreas y crear un parque ecológico al servicio de los habitantes del área metropolitana de Medellín. El gran programa de reforestación, bautizado como el Plan Verde, generará 40.000 empleos anuales durante los próximos tres años, y se realizará en asocio con las comunidades beneficiadas, como mecanismo indispensable para asegurar su conservación y buen uso en el largo plazo.

Si se tiene éxito, no solamente recuperaríamos 160.000 hectáreas de bosque protector, sino que podríamos crear la tradición de reforestar un mínimo de 50.000 hectáreas por año, un promedio muy respetable para un país como Colombia. La posibilidad de llegar a buen puerto se basa en la experiencia ganada con la reforestación de un total de 40.000 hectáreas, realizada en los últimos cinco años, y con la restauración de la Ciénaga Grande de Santa Marta, que ya está mostrando sus primeros frutos. Es una apuesta al futuro que es necesario complementar con un programa de reforestación comercial, campo en el cual Colombia tiene inigualables ventajas.

La ciudadanía tiene la responsabilidad de exigir eficacia y eficiencia en la realización de este programa, no solamente por su significado en términos sociales y ecológicos, sino también por el monto de los recursos económicos comprometidos, que alcanzan los 200 millones de dólares y salen de los bolsillos de los contribuyentes.

En efecto, estos dineros proceden del porcentaje al impuesto predial destinado a las corporaciones, de las transferencias de las empresas de energía eléctrica al sector ambiental, de recursos de crédito del BID y del Banco Mundial, y del Fondo Nacional de Regalías.