El futuro del Protocolo de Kioto
Con la entrada en vigor del Protocolo de Kioto quedó demostrado que su existencia no depende de la voluntad de Estados Unidos
Por: Manuel Rodríguez Becerra
/ 13 de febrero de 2005
Con la entrada en vigor del Protocolo de Kioto quedó demostrado que su existencia no depende de la voluntad de Estados Unidos de hacerse o no parte de él, aunque, como es obvio, la ratificación de este país lo fortalecería en forma sustantiva. Sin duda, la suerte del Protocolo tendrá que ver más con el grado de cumplimiento de los países industrializados en la reducción de sus emisiones de gases de efecto invernadero, de conformidad con las metas previstas.
Se espera que en gran medida ese cumplimiento se lleve a cabo mediante el mercado de gases de efecto invernadero, creado a partir de los instrumentos de la implementación conjunta, el comercio de gases, y el Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL). Se trata de poner a prueba instrumentos económicos de costo eficiente como vía para combatir este problema global.
Los dos primeros instrumentos fueron concebidos para crear un mercado de reducción de emisiones en el conjunto de los países industrializados, y el último, el MDL, para crear un mercado entre los países industrializados y los países en desarrollo. Sobre el MDL existen altas expectativas entre los países en desarrollo, en virtud de los inmensos recursos económicos que podría traerles para adelantar proyectos de desarrollo sostenible.
Colombia se ha estado preparando para participar activamente en él y ya hizo sus primeros negocios. Pero existen no pocas incertidumbres sobre su futuro, en particular en relación con el tamaño que este mercado pudiere alcanzar, así como en relación con el papel que los proyectos de reforestación y forestación pudieren llegar a jugar, dadas las complejidades que les son inherentes en comparación con otros proyectos que les compiten.
Una de las primeras pruebas de fuego del Protocolo lo constituye el Esquema de Comercio de Gases de Efecto Invernadero de la Unión Europea, un mercado entre los países europeos puesto en marcha el pasado primero de enero, que incidirá en alguna medida en aquel que genere el MDL.
Su primer mes de funcionamiento mostró signos contradictorios: el precio de la reducción de dióxido de carbono cayó de casi 9 euros por tonelada a 7 euros, al mismo tiempo que en este mercado se transaron cerca de 50 millones de euros, un impresionante punto de partida.
Pero la mayor parte de analistas coinciden en afirmar que esta es una de las respuestas más promisorias para resolver los problemas ambientales globales puesto que pone a jugar en una misma cancha no solo a políticos y ambientalistas, sino a poderosos empresarios, financistas, grandes multinacionales y organizaciones de la sociedad civil, todos actores críticos en la definición de nuestro destino.