Manuel Rodriguez Becerra

Manuel Rogriguez Becerra

El futuro ambiental de las ciudades

La verdad es que las ciudades colombianas registran un gran atraso en su agenda ambiental.

Por: Manuel Rodríguez Becerra

/ 29 de junio 2019

Ahora que se acercan las elecciones para alcalde, los ciudadanos debemos estar atentos a las propuestas para resolver los principales problemas socioambientales existentes en nuestros centros urbanos. La verdad es que, en general, las ciudades colombianas registran un gran atraso en su agenda ambiental y que, incluso, algunas, en vez de avanzar, están en reversa. Así por ejemplo, es imperdonable que la ciudad capital haya abandonado el excelente Plan Decenal de Descontaminación del Aire, adoptado en 2011, plan que en el largo plazo podría haber evitado 21.000 muertes prematuras de mayores de 30 años y 900 de menores de un año, según un estudio adelantado por investigadores de la Universidad Nacional.

Los candidatos a las alcaldías deberían incorporar en sus programas, además de la contaminación del aire, los asuntos del agua potable, el saneamiento básico (disposición de las aguas servidas y las basuras) y los riesgos enfrentados por amplios grupos de la población que habitan en zonas ambientalmente vulnerables. Estos son cuatro de los principales problemas percibidos por el ciudadano promedio, tal como lo hemos podido constatar en once foros realizados en sendas ciudades colombianas, en el marco del programa ‘Ciudades, sostenibilidad y posconflicto’, convocados por el Foro Nacional Ambiental (FNA) y Fescol. Son foros que se han efectuado en Barranquilla, Bogotá, Bucaramanga, Buenaventura, Cartagena, Cúcuta, Florencia, Medellín, Montería, Pereira y Santa Marta con la participación de representantes del Gobierno, el sector privado y la sociedad civil, a partir de documentos elaborados por reconocidos expertos, que se encuentran disponibles en la página web del FNA.

La agenda no se agota en estos cuatro grandes temas que, además, presentan en las diferentes ciudades diversos grados de prioridad, como se tipifica en el caso del aire. Las ciudades también deben incorporar el cambio climático en su agenda, puesto que el cumplimiento de los compromisos adquiridos por Colombia en el Acuerdo de París solo se podrán realizar con una fuerte participación de los centros urbanos, en los cuales se genera una alta proporción de los gases de efecto invernadero, a través de los sistemas de transporte y otras actividades económicas. A la par que deben contribuir a la mitigación del cambio climático, las ciudades requieren generar estrategias de largo plazo para enfrentar las embestidas climáticas en incremento, como son las estaciones de lluvia y de sequía más prologadas e intensas. En esta materia sí que estamos atrasados. Así, por ejemplo, Cartagena, una de las ciudades costeras de Colombia más vulnerables a la inevitable subida del nivel del mar, poco está haciendo no obstante contar con completos diagnósticos y recomendaciones sobre las acciones que deben tomarse.

No es posible referirme en estas pocas líneas a otros asuntos como el papel que están llamadas a jugar las ciudades colombianas en las necesarias transformaciones de los patrones de producción y consumo requeridas para enfrentar tanto los problemas ambientales locales como los globales, tal como lo están comenzando a hacer diversas ciudades pioneras en el mundo. Pero es necesario enfatizar que los alcaldes con visión del siglo XXI están otorgando una alta prioridad a la protección del conjunto de ecosistemas claves para su futuro, lo cual incluye la creación y restauración de amplias reservas naturales dentro de la ciudad o en sus vecindades.

En Colombia se planteó desde hace más de dos décadas la concepción de estructura ecológica principal como medio para hacerlo, y es prioritario fortalecer esta política, ya adoptada por muchas ciudades. Infortunadamente, Bogotá también está de reversa en esta materia, como se demostró en detalle en el foro ‘Las amenazas ambientales del POT de Peñalosa’, celebrado el jueves pasado en la Universidad Nacional. ¡Qué pésimo ejemplo está dando la ciudad capital!