De lo imaginario a lo complejo
Por: Manuel Rodríguez Becerra | 14 de septiembre 2003
En el libro “Colombia de lo imaginario a lo complejo: reflexiones y notas acerca de ambiente, desarrollo y paz”,* Julio Carrizosa Umaña muestra como a lo largo de la historia del país se ha intentado, una y otra vez, conquistar y dominar nuestros territorios a partir de modelos económicos, tecnologías, y modalidades de organización social que no reconocen la gran diversidad y complejidad de los ecosistemas de sus diferentes regiones. Estas intervenciones, marcadas por su ineficacia e ineficiencia, han sido lideradas tanto por el sector público como privado, y se describen como la aplicación de aproximaciones simples sobre una realidad compleja.
La visión de un país caracterizado por un territorio complejo contrasta con aquella imagen de Colombia como un lugar del planeta prodigiosamente rico en recursos naturales, arraigada en diversos grupos de nuestra sociedad, incluyendo aquellos que han tenido la responsabilidad de dirigir los asuntos públicos y privados del país. Más recientemente esa noción ha sido encapsulada en la aproximación según la cual Colombia pertenece al exclusivo grupo de países megadiversos, quizá el segundo del planeta, como expresión de su enorme riqueza en flora y fauna, y su diversidad de ecosistemas y paisajes. Pero Carrizosa afirma que antes que un país mega-diverso es un país mega-complejo desde los puntos de vista biológico y geográfico. Y en esa gran disonancia que identifica entre las formas de apropiación del territorio y de esa enorme complejidad que lo caracteriza descubre parte de las claves de la insostenibilidad social, económica y ambiental de Colombia, una tesis que expone en un texto escrito con lucidez y finura, haciendo uso de marcos conceptuales provenientes de las ciencias sociales y de las ciencias de la vida y a partir de contundentes evidencias e ilustraciones.
La insostenibilidad social encuentra también sus raíces en creencias y comportamientos fuertemente arraigados en las clases dirigentes y en otros grupos de la población. La violencia y el neo-racismo, dos de los factores que reciben una mayor atención, se analizan en la perspectiva de la forma como la complejidad del territorio ha favorecido su surgimiento y consolidación. Especial lugar merece el tema del neo-racismo, un comportamiento en incremento que no se reconoce por parte del amplísimo grupo de colombianos que lo ejerce, y en el cual se explican indecibles injusticias sociales y residen potenciales de mayores violencias.
Pero el libro reseñado no constituye un planteamiento sin salidas posibles. Julio Carrizosa esboza, con gran creatividad, seis estrategias a partir de las oportunidades que ofrece la complejidad misma del territorio y las características de su población. Una de ellas encuentra su fundamento en el hecho de que Colombia “sea un país más bello que rico”, y en la posibilidad de canalizar la gran capacidad lúdica de los colombianos como uno de los pivotes del desarrollo. “Colombia está plena de un caos bello y placentero que en ocasiones se deforma y conduce a la guerra, pero que mantiene siempre su potencial estético. ¿Como lograr que la complejidad produzca campos lúdicos y no campos guerreros?” Para Carrizosa responder a esta pregunta podría ser uno de los grandes objetivos del ambientalismo complejo, una denominación que utiliza para diferenciarlo del ambientalismo vulgar, o aquel que restringe su campo de acción a resolver exclusivamente asuntos relacionados con la protección de la flora, la fauna y las aguas, asuntos importantes pero que tratados aisladamente del tema más fundamental de los modelos de desarrollo tienen poco que ofrecer.
*IDEA, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá.