Comisión Ballenera y Bahía Málaga
Al construir un puerto, se sacrificaría el hábitat de la ballena jorobada.
Por: Manuel Rodríguez Becerra
/ 9 de junio de 2007
Al construir un puerto, se sacrificaría el hábitat de la ballena jorobada.
Muchos colombianos hemos dado la bienvenida a la decisión del Gobierno de hacer parte de la Comisión Internacional de Ballenas, tratado mediante el cual se intenta protegerlas frente a diversas amenazas, siendo una de las mayores su cacería comercial. Para Colombia y el mundo tiene un interés particular la ballena jorobada, pues muchas de estas nacidas en aguas colombianas (en sitios como la ensenada de Utría, Bahía Málaga y Gorgona, entre otros) son eventualmente cazadas en aguas internacionales.
Cada año, las ballenas hacen un largo viaje desde el extremo sur del continente americano hasta las aguas del Pacífico ecuatorial para permanecer allí desde agosto hasta octubre. Precisamente, en el área de Bahía Málaga y alrededores se reúne una población considerable de estos mamíferos (una tercera a una cuarta parte del total del Pacífico suroriental). El biólogo Juan Capella y sus colaboradores han evidenciado cómo en las someras y cálidas aguas de las costas de la bahía las ballenas llevan a cabo “actividades fundamentales en su ciclo de vida: apareamiento, parto, lactancia y crianza, reposo y socialización. Todas ellas requieren ambientes sin o con mínima perturbación, especialmente en lo referente a emisiones sonoras, pues la comunicación por este medio es primordial en esta especie. Entre estas conductas está el canto, uno de los comportamientos más complejos del mundo animal y uno de los mecanismos de cortejo esenciales en las jorobadas”.
Este refugio de las ballenas jorobadas y sus ballenatos, uno de los lugares del mundo con una de las tasas anuales de alumbramiento más altas para la especie, está hoy amenazado con la construcción de un puerto comercial. Sin duda, los impactos de las grandes obras marítimas y terrestres -instalaciones portuarias, vías de acceso, asentamientos humanos- y de la operación del puerto, no solamente pondrían en riesgo la suerte de las ballenas jorobadas sino también la protección de otros valores ambientales y culturales de especial significado.
Porque Bahía Málaga es el hábitat de una gran diversidad de flora y fauna terrestre y marina, que incluye los únicos arrecifes de coral del Valle del Cauca, las amplias llanuras aluviales con extensos cinturones de manglar, que ocupan un total de tres mil hectáreas y un rico bosque que circunda la zona costera. Y porque en la región de la bahía habitan poblaciones negras e indígenas cuya identidad cultural y sus derechos constitucionales al territorio también se verían afectados.
No es entonces extraño que Bahía Málaga hubiese sido preseleccionada como área marina protegida por la Dirección de Parques Nacionales, ni que los estudios adelantados en la última década a instancias de diferentes gobiernos sobre la posible ubicación de puertos en el Pacífico siempre descartaran a la bahía ante sus claras restricciones ambientales. Por todo ello, resulta incomprensible que mediante el Conpes de expansión portuaria, aprobado durante el primer mandato del presidente Uribe, se haya dado inicio al proceso de establecimiento de un puerto de aguas profundas en Málaga.
Tenemos ahora la esperanza de que el Miambiente no apruebe la licencia ambiental para su construcción. Sería la única posición coherente con las enfáticas declaraciones que el ministro Juan Lozano hizo sobre las implicaciones de la adhesión de Colombia a la Comisión Ballenera y la consecuente decisión del Ministerio de adelantar todas las medidas necesarias para proteger no solo las ballenas sino también otras especies marinas.
Pero si este puerto llegara a realizarse, Colombia estaría sacrificando un lugar de singular valor ambiental y cultural en aras de objetivos empresariales de corto plazo, y seguramente pasaría a acompañar a los cazadores comerciales de ballenas en la patética galería de los depredadores de este formidable y único mamífero.