Manuel Rodriguez Becerra

Nuestro Planeta, Nuestro Futuro
Manuel Rogriguez Becerra

Catástrofes

Hay tres sombríos escenarios: la muerte paulatina de los arrecifes de coral, el posible colapso de la selva amazónica y el posible colapso de la CMA.

Por: Manuel Rodríguez Becerra

/ 29 de agosto de 2025

El solo título de esta columna llevará a no pocos lectores a exclamar: “Otra vez este ambientalista extremo con sus visiones catastrofistas”. No es de extrañar, puesto que los líderes políticos y empresariales del mundo rechazan las posibles catástrofes señaladas por cientos de científicos como consecuencia de la profunda crisis ambiental que atravesamos, que se simboliza en la tríada conformada por el cambio climático, la amenaza de desaparición de cientos de miles de especies de flora y fauna y la contaminación química.

Los líderes del mundo simplemente omiten la ocurrencia de posibles catástrofes a partir de su irresponsable comportamiento que les otorga la máxima prioridad al crecimiento económico y al lucro de corto plazo, dejando la superación de la crisis como asunto secundario: así lo evidencia el colosal fracaso que se está enfrentando en el cumplimiento de los compromisos adquiridos por los países en el Acuerdo de París sobre Cambio Climático y en el Plan de Acción de la Biodiversidad Kunming-Montreal, y así lo evidencia el reciente fracaso –Ginebra, agosto de 2025– de las negociaciones internacionales para crear un tratado global que frene la contaminación por plásticos.

En esta columna nos referiremos a tres sombríos escenarios: la muerte paulatina de los arrecifes de coral, de cuya existencia depende el 30 % de la vida marina; el posible colapso de la selva amazónica, la mayor selva tropical del globo, y el posible colapso de la Circulación Meridional Atlántica (CMA), el poderoso sistema de corrientes oceánicas que distribuyen el calor y que mantiene el norte de Europa razonablemente templado. Son tres casos de lo que los científicos del clima denominan un punto de inflexión: un umbral más allá del cual los procesos autosostenibles empujan irreversiblemente una parte del sistema climático de la Tierra de un estado a otro.

Lo único cierto es que las emisiones de gases de efecto invernadero siguen aumentando.”

El mundo ha perdido entre el 30 y el 50 % de sus arrecifes de coral debido al aumento de la temperatura del mar y su acidificación. Se proyecta una pérdida del 70 al 90 % de los arrecifes tropicales para 2050. Esto se origina en la superación del punto de inflexión en diversos arrecifes del mundo: con un incremento más allá de 2 °C durante dos meses en el calentamiento de la superficie del mar, los arrecifes mueren. Se trata de una catástrofe que ya está ocurriendo.

La Circulación Meridional Atlántica de Retorno (CMA) forma parte de un sistema de corrientes que transporta calor por los océanos del mundo. Entrega un flujo extraordinario de ese calor –más de 1.000 teravatios– al Atlántico Norte. Pero este flujo podría colapsar como consecuencia del derretimiento del hielo de Groenlandia y de los glaciares terrestres del Ártico, cuyas aguas dulces ya están debilitando la CMA. Existe aún incertidumbre sobre la ubicación del punto de inflexión, pero sus posibles consecuencias son aterradoras tal como lo ilustra el titular de un reciente artículo de The Economist (14 de agosto de 2025): ‘El cierre de las corrientes oceánicas podría congelar Europa’. En efecto, podría llevar a Bruselas a -20 °C (-4 °F) en un invierno crudo y a Oslo a casi -50 °C (-58 °F). La precipitación media en algunas partes del norte de Europa caería drásticamente, con graves impactos para la agricultura. Así, mientras parte de un continente se congela, la temperatura promedio de la superficie de la Tierra en su conjunto aumenta.

Sobre la Amazonía me he referido en otras columnas. Si se sobrepasa el punto de inflexión, que se ubica en un 20-25 % de deforestación de esta región, la selva entraría en colapso para convertirse en sabana como consecuencia de la pérdida de su humedad, fenómeno que está siendo reforzado por el calentamiento global. Las consecuencias son diversas: pérdida de biodiversidad, emisión masiva de gases de efecto invernadero, desestabilización del ciclo del agua superficial y debilitamiento de los denominados ríos voladores, con lo cual se afectaría profundamente la precipitación en diversos lugares del globo, lo que incluye desde nuestros páramos hasta la meseta del Tíbet.

Justamente en Manaos tendrá lugar la COP30 de cambio climático. Lo más probable es que allí se recree el fracaso de la Convención de Cambio Climático y su Acuerdo de París, pues lo único cierto es que las emisiones de gases de efecto invernadero siguen aumentando.