Manuel Rodriguez Becerra

Manuel Rogriguez Becerra

Ambiente y futuro

Cartagena de Indias, el ícono del turismo de Colombia.

Por: Manuel Rodríguez Becerra

/ 12 de julio 2009

Cartagena de Indias, el ícono del turismo de Colombia, podría llegar a convertirse en el ícono del deterioro y la injusticia socioambiental, arruinándose aquella posición privilegiada que le otorga su centro histórico, su belleza natural y la riqueza de su cultura popular.

A esta inevitable conclusión he llegado al leer Perspectivas del medio ambiente urbano: GEO Cartagena, no obstante el lenguaje “políticamente correcto” que utiliza para referirse a los graves problemas de la ciudad. Este valioso informe fue elaborado por el Observatorio del Caribe Colombiano en el contexto de las evaluaciones que auspicia y orienta el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) en diferentes confines del mundo, que se han convertido en un referente obligado para la política ambiental.

Haciendo uso del juicio que hiciera Indira Gandhi sobre las relaciones entre medio ambiente y desarrollo, se puede afirmar que el mayor problema socioambiental de Cartagena es la contaminación de la pobreza. Se trata de un dramático juicio con el cual la líder hindú señaló, simultáneamente, la perversa relación existente entre la pobreza y el deterioro ambiental, y el imperativo ético de superar la miseria y la inequidad en el mundo en desarrollo, que sirve bien para describir la realidad de nuestros centros urbanos, y, en particular, de Cartagena.

Y es que, como lo muestra el GEO-Cartagena, miles de los habitantes más pobres no han tenido alternativa distinta a talar manglares, rellenar terrenos de bajamar y depresiones costeras, e invadir empinadas laderas de las colinas de la ciudad con el fin de asentar sus frágiles viviendas. Es decir, estos pobres y desplazados de Colombia han estado condenados a destruir ecosistemas estratégicos y valiosos paisajes de Cartagena, con el trágico resultado de generar condiciones de alto riesgo para sí mismos frente a eventuales desastres naturales.

Las consecuencias de esta situación han sido contundentes: en la emergencia ambiental del 2006, 5.280 viviendas y 32.471 personas fueron afectadas por deslizamientos, y 9.800 familias por inundaciones. Y es muy probable que estas cifras aumenten en el futuro, puesto que los aguaceros se están haciendo más torrenciales y las inundaciones de origen marino más frecuentes, como consecuencia del cambio climático. Y la única forma de evitarlo sería reubicar aproximadamente 100.000 habitantes, un estimativo conservador toda vez que supone que el establecimiento de nuevas urbanizaciones anormales se detendría de inmediato.

A su vez, la ciudad turística se continúa construyendo a contrapelo de las restricciones impuestas por la naturaleza, como se tipifica en la creciente y absurda densificación de Bocagrande. Y se registran cientos de casos de destrucción de bienes ambientales estratégicos para la ciudad con el fin de construir lujosas edificaciones e infraestructuras, como producto de la acción de inescrupulosos urbanizadores que han contado con la escandalosa connivencia de las autoridades nacionales y locales. Paradójicamente, la avaricia está poniendo a la ciudad rica en una situación de mayor riesgo frente a los desastres naturales, muy similar al que enfrentan algunos de los grupos más pobres de la ciudad.

Además, el Informe identifica y analiza otro sinnúmero de problemas ambientales que incluye la contaminación y colmatación de la bahía, las ciénagas y los caños de la ciudad, la sobrepesca, la congestión vehicular, y la deficiente disposición de las basuras, para mencionar algunos.

Si bien se observan diversos avances en la solución de parte de estos problemas, es evidente que lo hasta ahora realizado, así como las buenas intenciones de la actual Alcaldesa, están lejos de enfrentar adecuadamente el S.O.S. lanzado por el informe GEO, que nos muestra un posible, pero evitable, derrumbe de la ciudad soñada.