Manuel Rodriguez Becerra

Nuestro Planeta, Nuestro Futuro
Manuel Rogriguez Becerra

Trump y el cambio climático

Con la llegada de Donald Trump, Estados Unidos adelantará una política efectiva de negación del cambio climático.

Por: Manuel Rodríguez Becerra

/ 17 de enero 2025

Estamos perdiendo la lucha contra la pérdida de biodiversidad y el cambio climático a nivel mundial, como se evidenció en la COP16 en Cali y en la COP30 en Bakú realizadas a finales de 2024 que son, respectivamente, las conferencias de la partes de las convenciones de biodiversidad y de cambio climático. Lo grave es que la situación muy seguramente empeorará este año, y los venideros, ante las promesas de Trump en su campaña de retirarse del Acuerdo de París sobre Cambio Climático, desregular el sector energético, desmantelar las normas medioambientales y “perforar, bebé, perforar” que formarán una parte central de su plan para asegurar que su país continúe como el mayor productor de petróleo y gas del mundo.

La promesa de retirarse del Acuerdo la llevará a cabo si se tiene en cuenta que esa misma oferta la hizo en la campaña hacia su primera presidencia y que apenas posesionado la cumplió. Que se retire del Acuerdo no es asunto de poca monta, pues le quitará fuerza a la COP30 por realizarse en Manaos el próximo mes de noviembre, en la cual se espera que el tratado tome fuerza después de los lamentables resultados de la COP29 en Bakú.

En efecto, un punto prioritario en la agenda de la COP30 es que los países aumenten su ambición en relación con las metas definidas nacionalmente para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), que deben ser revisadas cada cinco años. Y al realizarse la COP en Brasil, el de la selva amazónica será un tema privilegiado: es la oportunidad para tomar las medidas para detener la deforestación y adelantar una restauración masiva de las áreas deforestadas, con lo cual se evita la emisión del carbono capturado en el bosque, se incrementa la captura de CO2, y se detiene y reversa la pérdida de biodiversidad. En otras palabras, se buscaría hacer converger en forma efectiva las agendas de las convenciones de biodiversidad y cambio climático, un hecho fundamental para evitar que se transgreda el punto de inflexión de la deforestación de la gran cuenca que se estima en el 25 % y a partir del cual se iniciaría un colapso de la selva, que transitaría hacia ecosistemas de sabana, con trágicos impactos para el cambio climático, la biodiversidad y el ciclo del agua.

Para el Gobierno será fácil, en muchos casos, desregular el sector ambiental, así como repeler algunas de las normas expedidas por el gobierno de Biden, pues los legisladores pueden revocar cualquier norma aprobada en los últimos 60 días de gobierno y los republicanos están listos a hacerlo con algunas de ellas, como son los casos del pago de una tarifa por las compañías de energía que arrojan un exceso de gas metano, o la prohibición de nuevas explotaciones de petróleo y gas en más de 625 millones de acres de aguas costeras de Estados Unidos, expedida el pasado lunes 6 de enero.

Pero, como lo señala L. Friedman, algunas de sus promesas tendrán dificultades en su proceso de aprobación: “Trump y la nueva mayoría republicana enfrentarán su mayor prueba cuando se trate de derogar la Ley de Reducción de la Inflación en su componente energético, una pieza clave de la política ambiental de Biden. La ley de 2022 ofrece 390.000 millones de dólares en 10 años para reducir las emisiones. Financia energía eólica y solar, fábricas de baterías para vehículos eléctricos y reactores nucleares… Pero aproximadamente el 80 por ciento del dinero destinado a energías limpias gastado en los dos primeros años ha ido a parar a distritos electorales republicanos, lo que supone un desafío político para su derogación” (L. Friedman, NYT, nov., 2024).

Después del triunfo de Trump parecería que una de las últimas oportunidades para avanzar contundentemente en los propósitos de luchar a nivel mundial contra el cambio climático y el declive de la biodiversidad es una quimera, pues muchos países, en particular los grandes emisores de GEI, no van a hacer nuevos compromisos ni a cumplir con los ya adquiridos, ante el hecho de que el principal emisor en la historia, y hoy el segundo, después de China, adelantará una política efectiva de negación del cambio climático.